miércoles, 24 de febrero de 2010

Cumple 118 años el fenomenal Eduardo Arolas


Fue, casi sin lugar a dudas, el mas grande de los compositores, dueño de un ángel especial para la composición de tangos que han quedado imborrables en la riquísima historia de nuestro música ciudadana.
Eduardo Arolas es de esos "tipos" que uno se pone a pensar que es verdad cuando nos dicen "en esta vida Dios nos pone para cumplir una misión. Cuando la terminamos de realizar nos tenemos que ir" ya que con tan solo estar entre nosotros 32 años dejó un legado de música descomunal.
El tigre del bandoneón, como se lo conocía, era argentino nacido en Barracas bajo el nombre de Lorenzo Arola. Segundo hijo de padres franceses, oriundos de Perpignan, con los que vivió en un conventillo de la calle Vieytes 1048.
Su primer instrumento fue la guitarra la que ejecutaba junto a su hermano mayor y, fundamentalmente, a su amigo Ricardo "muchila" Gonzalez pero el bandoneón fue el que lo catapultaría a la inmortalidad entre los mortales, lo convertiría en inolvidable.
Compuso mas de 100 obras: En 1909 compone, dedicado al bodegón de la calle Montes de Oca 1681, UNA NOCHE DE GARUFA, su primer obra. La hizo "de oído" ya que no tenía estudios de música, de ninguna índole. No sabía solfeo y muchísimo menos escribir en un pentagrama.
Francisco Canaro fue el que lo ayudó a perpetuar la obra, realizándole la partitura del violín y también Carlos Hernani Macchi aportó lo suyo escribiendole la parte del piano.
En 1911 se decidió a iniciar sus estudios musicales en el conservatorio de José Bombig y tres años mas tarde adquiere conocimientos en teoría, solfeo y armonía.
Otras de sus obras fueron: EL MARNE grabadas lujosamente por Aníbal Troilo en 1953 y por Horacio Salgan en 1954, LA CACHILA, grabada excepcionalmente por Carlos Di Sarli en 1941, COMME EL FAUT, MARRÓN GLACÉ, ROCCA, TAQUITO, LA GUITARRITA, grabada por Francisco Canaro en 1930 y por don Osvaldo Pugliese en 1954, LÁGRIMAS, inmortalizada sublimemente por Alberto Mancione, MAIPO, VIBORITA, que ejecutara majestuosamente la orquesta del maestro violinista Agesilao Ferrazzano, CATAMARCA, DERECHO VIEJO, tango de un éxito avasallador, NARIZ, EL REY DE LOS BORDONEOS, DELIA, RAWSON, PLACE PIGALL, RETINTIN, estrenado en “La Buseca de Avellaneda” y en el café ubicado en las esquinas de Piedras y Cochabamba, entre otras tantas.
En 1911 formó su primer conjunto con el guitarrista Leopoldo Thompson y el violín de Ernesto Ponzio, actuando en cafés de Buenos Aires (T. V. O. de la calle Montes de Oca 1786) y Montevideo (Inauguran Café El Yacaré).
Mas adelante es parte de un trío con Agustín Bardi al piano, y el violinista Tito Roccatagliatta.
Ya en 1912 forma un cuarteto del que también es parte Roccatagliatta y además lo integra el flautista José Gregorio Astudillo y la mágica guitarra de nueve cuerdas de Emilio Fernández.
Al año siguiente lo convoca Roberto Firpo para tocar en el cabaret Armenonville de Palermo y en otros escenarios.

En 1914 firma contrato con el Cabaret Montmatre y en el toca con su orquesta, la cuál la componían: Juan Carlos Cobian en piano junto a Tito Rocatagliatta y Lombardo en violines. Mas tarde se sumarían Roberto Goyeneche (padre) en piano; Luís Bernstein en contrabajo, Julio De Caro y Rafael Tuegols en violines, Manuel Pizarro era segundo bandoneón. Fué deleite de los habitué de café Botafogo, El Apolo o de quienes concurrían asiduamente a los cabaret Tabaris y Royal Pigall.
En 1917 es el bandoneonista estrella de la gran orquesta surgida de la fusión Canaro-Firpo, que fuera formada únicamente para los carnavales de la ciudad santafecina de Rosario. Al finalizar sus actuaciones volvía a recluirse en la soledad de su casa del Uruguay, donde ya estaba radicado.
Tuvo una muy triste vida sentimental, su primer gran desengaño lo tuvo al encontrar a su hermano con su novia.
Su vida como cafisho no lo ayudó a superar aquel mal trago: años mas adelante se enamoró perdidamente una de las chicas que trabajaban para el y ese amor no correspondido lo comenzó a sumergir en el obscuro mundo del alcohol.
En su estadía en el Uruguay atropella y mata con su auto a un joven. Una vez superado este embrollo judicial viaja, en 1920, a Francia por insistencia del violinista Manuel Pizarro, quién enterado de su racha de desgracias personales lo invita a irse a vivir con el a Paris.
Pese a comenzar a trabajar y deslumbrar en el cabaret L’Abbayé de Place Pigall, con su bandoneón, su derrotero de desgracias no merma. Vuelve a enamorarse de una prostituta que tampoco le brinda un sincero amor y es alli donde enferma y es absolutamente vencido por su alcoholismo que lo llevo a perder todo trabajo que conseguía.
Este último "amor" de Arolas era una prostituta de un cafisho frances que vivía cerca de don Eduardo. Meterse con esa mujer le trajo un problema fatal: en la noche del 21 de septiembre de 1924, con tan solo 32 años, una banda de proxenetas franceses le propinaron una feroz paliza, y pocos días después fallece en un Hospital de la ciudad donde habían nacido sus padres.

Don Enríque Cadícamo le dedicó un poema que pinta de cuerpo entero sus ultimas horas:

En esta cayeja sola,
Y amasijao por sorpresa
Fue que cayo Eduardo Arolas
Por robarse una francesa.

Don Eduardo: usted se ha ganado dos inmortalidades: la que todos tendremos alguna vez, en el más allá, junto a Dios, y también la que logró acá, en la tierra, entre los mortales, con su invalorable legado musical.
¡Feliz cumpleaños, maestro de maestros!

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